Este camino andado
Camino por un paisaje lleno de líneas. En el suelo, se observan cientos de letras que en algunos lugares se amontonan y en otros se lee, claramente, un texto convertido en una imagen de marca que dice «Latino Jazz Plaza». Más atrás se precipita un caudal de río que lleva un arco iris de colores llenando una caja-urna para descubrir e identificar a la «Corte Nacional Electoral».
Qué complicada la travesía por estos derroteros llenos de espigas, que se concentran en un ramo de variados matices y que evocan a la mujer y le dan su justo lugar de coordinar.
Paso la página del libro y salto hacia el espacio lleno de un rojo, que huelo para descubrir qué es. Me dejo caer disfrutando «un primer plano» y siento que se acerca la respuesta, pues el color se aleja y comienzo a saborear un apetitoso vegetal. Ya lo muerdo y me hace llorar, pero a la vez es todo un regocijo el conjunto que resulta del ingenio y la creatividad de este hacedor de la gráfica.
Reviso otra publicación, se define como «La época». Está llena de una riqueza de propuestas visuales, que me cuesta trabajo decidirme por alguna.
El azar me ayuda y me recreo en la síntesis de otro vegetal, como la papa, para asombrarme con la so- lución que despertará la atención sobre un derecho humano como es la alimentación.
Me atrevo a andar por un empedrado o el asfaltado de una vía convertida en calle y que abre el camino para saborear los carteles representados y presentados en un espacio expositivo bianual. Los textos son las líneas que dividen pero también complementan el decir y el sobreentendido de lo que se debe apreciar.
Este es un viaje lleno de sorpresas abrumadoras. Duele ver ese formato acuchillado, convertido en una «muestra de cine». Donde el fondo amarillento te quita el dramatismo y lo vuelve un objeto que te obliga a mirar y atender el contenido.
Paso displicentemente la hoja de esta recopilación de años trabajados y se muestra la foto de ese alguien que ha hecho posible visitar tantas emo- ciones y, estoy seguro, sonriente de tanto gusto por lo creado. Me acerco y sé que me va a hablar. Se quiere presentar. No es necesario, lo conozco, es Ernesto. Su apellido, sin duda, Azcuy.
Ñiko
Xalapa, México 2010