El uirapuru (Cyphorhinus arada), también conocido como Wirapuru, es una criatura legendariamente hermosa y misteriosa en la mitología amazónica. Su historia, envuelta en la magia de la selva tropical, ha cautivado a generaciones de personas en la región y más allá.
Se dice de esta ave misteriosa, cuyo nombre significa «pájaro que no es pájaro» en lengua tupí, canta únicamente una vez al año, durante los aproximadamente quince días que tarda en construir su nido y solo lo hace unos diez minutos, a primera hora de la mañana. Sus armoniosos gorjeos consiguen que en la selva reine el más absoluto silencio mientras el pequeño uirapuru entona su melodía. Su excepcional canto y leyendas han inspirado a grandes artistas como el compositor brasileño Heitor Villa-Lobos1 (Río de Janeiro, 1887 – 1959) quien en el año 1917 compuso “O Canto do Uirapurú”².
La leyenda del Uirapuru³ se teje en la rica trama de la cultura amazónica, donde es considerado el espíritu guardián de la selva. Se dice que este mágico pájaro es capaz de conceder deseos a aquellos que lo escuchan cantar con devoción y respeto. Sin embargo, también se le atribuyen poderes oscuros, ya que su canto puede hechizar a aquellos que se aventuran demasiado profundo en la selva, perdiéndose para siempre en su misterio.
Además de su belleza y su misteriosa historia, el Uirapuru juega un papel importante en la ecología de la selva amazónica. Como parte integral de su delicado ecosistema, contribuye a la polinización de las flores y al mantenimiento del equilibrio natural de la selva. Su presencia es un recordatorio de la intrincada interconexión de todas las formas de vida en la selva tropical, y su conservación es fundamental para la preservación de este invaluable tesoro de biodiversidad.
En resumen, el Uirapuru encarna la belleza y la magia de la selva amazónica, inspirando admiración y reverencia en aquellos que tienen el privilegio de conocerlo. Su historia, llena de misterio y encanto, sigue siendo un tributo a la riqueza y la diversidad cultural de la región amazónica, así como a la importancia de proteger y preservar su frágil ecosistema para las generaciones futuras.
El canto del Uira puru.
Instalación: 2700 M de cinta de colores, troncos, hojas secas y tierra de la amazonía boliviana.
Medidas: 3 X 3 X 9 M.
Artista: Ernesto Azcuy Domínguez
Exposición:“Sangre blanca de la selva”
Museo Nacional de Arte, La Paz, Bolivia.
Marzo 2017